lunes, 26 de noviembre de 2012

Destino Intercambiador


¿Cuándo hemos cambiado? Nosotros, que nos creemos dioses del Olimpo hemos conquistado los mas altos picos, hemos jubilado a Hades, rendimos culto a la implacable espada de Ares y ya Afrodita no es más que una figura bulímica con el logo de Mac tatuado en la frente.
De este Olimpo de cristal, humo y asfalto ya solo queda la reminiscencia de una gloria que una vez creímos que tuvimos.

De las fraguas del gran Teide surge la herencia de la revolución industrial, un monstruo sobre raíles.
En su interior porta un mundo en miniatura, un ‘’Little Big Planet’’ en el que nosotros los ‘’muppets’’ interactuamos de múltiples formas, desde una mirada que se cruza sin querer hasta un ceder el asiento o una conversación con tu compañero de clase.
Somos como unos 30 o más animales compartiendo un mismo espacio reducido, pero ¿Qué nos hace no matarnos entre todos? La molesta respiración profunda del que tienes al lado, la señora que pone sus posaderas encima de tu chaqueta o el loco que se pasa el trayecto entero contándote su vida mientras tu buscas una rendija para poder escapar.
¿Puede ser la ética y la moral? ¿El miedo a la cárcel? ¿O el miedo a que seas tú el que salga mal parado? no lo sé. Son múltiples las causas que harían a uno perder la cordura y comenzar una matanza al más estilo Tarantino.

Todo mundo para su correcta funcionalidad y organización ha de constar de unas normas, además de las propias de ciudadanía.

1 – Cederás el asiento a embarazadas, minusválidos, niños  y mayores.
2 – Aún tendrás que ceder el asiento a las bicicletas.
3 – Dejarás salir antes de entrar
4 – No mirarás a nadie fijamente, resulta incómodo.
5 – Te taparás la boca al toser.
6 – Tocarás el botón de emergencia sólo cuando sea una emergencia.
7 – Te comprarás unos auriculares.
9 – Si no llegas a tiempo para coger el tranvía, jódete y coge el siguiente.
10 – Pagarás el trayecto.

Además son necesarios unos agentes de esta ley que hagan que se cumplan.
La función de estos agentes que aparecen de repente, como si de ‘’Terminator 2: El juicio final’’ se tratase, es la de dar caza a aquellos delincuentes que pecan de morosidad. Una escusa más para recaudar bienes bajo una máscara de falsa moralidad colgando a tus ojos la manzana roja de la tentación.

Esta ballena de jonás consta de un sistema automatizado, el cual ofrece una justicia implacable y uniforme para todos, da un tiempo para salir y entrar; aparece en un intervalo exacto de tiempo y ofrece un tiempo del trayecto exacto sistematizando nuestras vidas, creando monotonía y depresión por los minutos perdidos  que pasamos mirando siempre el mismo paisaje, inmóviles e inexpresivos.
No hace distinción entre transeúntes, es una fría máquina capaz de cortar por la mitad el cuerpo de un padre que trata desesperadamente que su hija no se quede en la estacada,  y carente del remordimiento de salvar solo a unos pocos dejando a muchos necesitados sin esperar, sin volver la vista atrás.  

Pero era de esperar, esta barca de Caronte, es obra de los dioses, creadores de este mundo social, seres imperfectos y como era de esperar creadores de imperfeción.

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